CITA
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Y con esos destinos volvieron el lunes a la calle Palafox. Les abrió la puerta una de las chicas y con los ojos arrasados tartamudeó:
–A la Paqui la navajeó ayer su hombre y está en el Hospital. Muy mal. Dicen que igual se muere.
Como zumbados fueron al Hospital Provincial que bajo la penumbra veraniega parecía un barco desarbolado por el que las monjas, con sus enormes sayas, semejaban patinadoras distinguidas y los bedeles, con sus batas raídas y viejas parecían individuos sartrianos colocados a la puerta de las Puertas Cerradas en espera de entrar definitivamente a la muerte.
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