CITA
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El panteón de los Campillo en el cementerio de Torrero estaba en la calle E, pasado el mausoleo de Joaquín Costa.
Era la mañana del día de Todos los Santos, y por todas partes iban y venían mujeres de negro cargadas con cubos, trapos y cepillos. El chico poliomielítico que se había ocupado de la limpieza precedía a Mercedes con una escalera al hombro. Mercedes observó que, en los tramos de piso irregular, la cojera casi no se le notaba. —¿Se ha acordado del candado? —dijo el chico. Se detuvieron ante el pequeño panteón. El chico dejó la escalera en el suelo, al pie de un ciprés. Mercedes echó un vistazo al altarcito de obra, la lápida con los nombres y la puerta de chapa, y asintió con la cabeza. Una semana antes, aquello estaba hecho un desastre, con manchas de moho y humedad y enormes telarañas en las que se mecía un sucio arcoíris. Ahora presentaba un aspecto al menos decoroso.prisa, a veces por llegar a tiempo al trabajo, a veces porque el cierzo invita a volar hasta el otro extremo. Si retardas un poco el paso, aprecias detalles que a veces la prisa no te deja ver.
UBICACIÓN
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