ANTIGUA IMPRENTA BLASCO
Calle del Ecce Homo
IRENE VALLEJO
Escritora
CITA
Irene Vallejo
El lugar respira misterio. Una calle céntrica pero solitaria. Un edificio de ladrillo y azulejos con las ventanas tapiadas. Sobre las puertas prohibidas, un cartel: Imprenta de Tomás Blasco. Zarpazos del tiempo en la fachada. La belleza de las cosas que se desmoronan con elegancia. El susurro de millones de palabras tatuadas en la piel del papel. Y una historia que contar.
Érase una vez la imprenta. Zaragoza fue una de las primeras capitales europeas donde aterrizó este invento que ya empezaba a cambiar el mundo. Desembarcaron en la ciudad artesanos flamencos y alemanes, como Mateo Flandro, que imprimió el primer libro español con colofón completo y murió poco después en una epidemia de cólera. Y Jorge Cocci, que editó aquí el libro más bello del siglo XVI. La fiebre de la letra impresa invadió el territorio. En el siglo XVII había 20 libreros y más de 50 impresores en Aragón, cifras asombrosas en España. Algunas maravillas de la literatura, como el corrosivo Buscón de Quevedo, vinieron a nacer entre nosotros. En el taller olvidado de la plaza Ecce Homo duermen prensas y máquinas de impresión del siglo ilustrado, enigmáticas como esculturas futuristas. Y la huella de una utopía: Zaragoza soñada como la ciudad de los libros.
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