CASINO MERCANTIL

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Así que un buen día llegó a la casa de la calle de la calle de la Libertad el primer gramófono no solo de la familia, sino de todo el barrio. Mi bisabuelo había elegido aquella casa porque la vivienda que le correspondía en la estación era demasiado pequeña para toda la prole. Como los ingresos de toda la familia se lo permitían, alquiló un piso en el centro, muy cerca del Casino de Zaragoza y del Casino Mercantil, sede también del Ateneo de la ciudad, donde tenía entrada franca desde que llegara a la capital del Ebro y donde tenían lugar las tertulias literario-políticas que tanto disfrutaba. Ahora el Casino Mercantil es un banco. Alguien cuyo nombre prefiero no conocer dio permiso para que se destrozara parte de la fachada y se incluyera el logotipo del banco entre las guimaldas modernistas del edificio de 1912, uno de los pocos que quedan en Zaragoza del arte nuevo de principios de siglo. A Juan le gustaba mucho aquel edificio, tan elegante. Si lo viera ahora convertido en un banco, a gusto le daría un bastonazo al que permitió semejante disparate. Pero, lamentablemente, los muertos no vuelven, ni para hacer justicia poética ni para nada. Otra de las razones por las que había elegido la casa era por el nombre de la calle: calle de la Libertad. Le parecia un presagio de los años de revolución que, según él, le esperaban a España.