COFRADÍA NUESTRA SEÑORA DEL PORTILLO

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COFRADES

Aquel hombre quería ingresar en la Real, Antiquísima y Muy Ilustre Cofradía de Caballeros Nobles de Nuestra Señora del Portillo de Zaragoza. Y es que hay gente para todo. Tuvo que probar la nobleza o hidalguía de sus dos primeros apellidos y la «legitimidad, cristiandad y limpieza de sangre» de los cuatro primeros, hasta los bisabuelos inclusive, tal y como ordenaban las Ordenanzas de la Cofradía aprobadas en 1942. Esas mismas Ordenanzas, que dispensaban de la prueba de nobleza de los dos primeros apellidos a los Generales, Jefes y Oficiales del Ejército que poseyeran de forma individual la Cruz Laureada de San Fernando, exigieron a nuestro hombre demostrar que no ejercía «ningún oficio vil ni mecánico, ni trabajo difamante», que tenía bienes propios o ingresos «que le permitían vivir con el decoro necesario» y acreditar con una certificación parroquial su conducta religiosa y moral intachable.