CITA
Página 38
Recorrimos Zaragoza en busca de un mensaje para llegar hasta El Ángel Azul, un café donde se habló de Teofrasto, del Apocalipsis y de las muchachas peligrosas. Con Ángel Guinda cortejamos el ocaso del realismo. Y allí, en El Ángel Azul, conocí yo a Alfredo Saldaña, enfundado en un abrigo de piel, interesado por las chicas hermosas, héroe de la noche antes de convertirse en brillante profesor de la universidad, que tenía un poema sobre la mano de Cecilia Gallerani que yo me sabía de memoria y aún puedo recitarlo.
UBICACIÓN
cargando mapa - por favor, espere...