CITA
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Y ser del Gancho es una de las formas más zaragozanas de ser. Arrabal de gremios en la Edad Media, es un vecindario popular y romanticón que los zaragozanos dicen amar pero que en verdad siempre han despreciado. (…) Por eso se abría allí la Posada de las Almas, un nombre poético para una parada de carreteros que, desde el siglo XVIII, mantenía a los huéspedes bien surtidos de piojos y vino rancio, fuera de la vista de la gente de bien (luego fue fonda de toreros, porque el Gancho era, como todos los nidos de mugre, un barrio taurino).
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