CITA
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Goya, en una postura que recuerda a quien se acoda en la barra de un bar, da la espalda a La Seo y mira hacia el Pilar, quizá porque en la vieja catedral no hay nada suyo y en la basílica todavía inconclusa (faltan al menos tres fachadas por rematar ornamentalmente, según el proyecto original de Ventura Rodríguez) puede evocar sus paseos por los andamios para decorar las altísimas cupúlas donde estuvo trabajando; de paso también
observa un extraño monumento en su honor, ubicado pocos metros por delante de él: la gran urna de piedra que albergó sus restos mientras éstos permanecieron en Burdeos, antes de ser trasladados a Madrid. El caminante que pasa por Don Jaime apenas repara en esos detalles, semiocultos por paredes y fuentes, bronces con majas goyescas y visitantes fotografiándose encima de ellas, turistas que tienden a olvidar que Goya murió en Francia,
Buñuel en México y Sender en los Estados Unidos, como si ser aragonés y genial llevara la maldición implícita de perecer lejos de casa.
UBICACIÓN
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