POLIDEPORTIVO SALDUBA

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Durante mis años de estudiante en la Facultad de Derecho pasaba siempre junto al parque cuando iba a clase, por el paseo de Renovales, y junto a la piscina del polideportivo Salduba, en la que entré una noche para bañarme desnudo después de haber aprobado un examen de Derecho penal y saber a qué atenerme si me pillaba la policía.
El parque legitimaba la torpeza de mis primeros poemas, los sueños incumplidos, la torpeza de mis segundos poemas, los sueños que se cumplen sorbo a sorbo, mis conocimientos jurídicos, la creencia en Rousseau y los tropiezos.
En el parque he sido peripatético, transparente, joven e impulsivo. Y he vivido momentos inolvidables. El último ha sido hablar por teléfono con Baudelaire, un poeta que está enterrado en el cementerio parisino de Montparnasse. Me reprochó que haya dejado de leerlo. Y tiene razón.