POLVORÍN DE TORRERO

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Con el dinero que habían ahorrado se construyeron una casita pequeña en el barrio de Torrero, un barrio que había surgido pocos años antes al otro lado del canal, en los montes en los que habían estado los franceses cuando la otra guerra, la de Napoleón, ciento treinta años antes, un barrio que estaba cerca del cementerio, de la cárcel, de los pinares de Venecia y del polvorín en el que se guardaba parte del armamento durante la guerra. Zaragoza fue una de las ciudades cuyo capitán general se sublevó, así que quedó en el bando nacional, y los que bombardeaban con sus visitas aéreas eran los republicanos. Un día, los aviones sobrevolaron el barrio y bombardearon el polvorín. Claro, el polvorín explotó enterito, y con él parte del barrio. Desconozco lo que pasaría en el cementerio, que estaba en medio. La casa de mis abuelos y muchas más del barrio saltaron por los aires. Imagino que muchas de las tumbas también quedarían destrozadas y que sus piedras se mezclarían con los huesos de sus inquilinos. Cuando había alarmas de bombardeo, mi abuela cogía a mi madre, a la que había envuelto en una mantita, y a sus sobrinas y bajaban al refugio, al caño, como le llamaban ellas, una bodega que había en una de las casas del final de la calle. La hermana pequeña de mi abuela, Cristina, vivía entonces en casa de mis abuelos con sus dos hijas. Como se habla quedado viuda, no tenía casa y seguía trabajando en la fábrica de tejidos, mi abuela se quedaba Con las tres niñas. El peor día fue el del bombardeo del polvorín porque ese día estalló todo. Mi abuela se refería a aquel día como «cuando el bombardeo», así que se había convertido en el bombardeo por antonomasia. Cuando salieron del caño, vieron que algunas casas se habían venido abajo y se enteraron de que varios vecinos habían muerto aplastados; entre ellos, una de las mejores amigas de mi abuela, una mujer que había sido una señora años antes de la guerra, una señora cuyo padre había dilapidado su fortuna en el juego en los tiempos de Primo de Rivera y que se había tenido que trasladar a un barrio más humilde cuando las cosas empezaron a irle mal