CITA
DOMINGO, 14 DE SETIEMBRE DE 1958. TEATRO ARGENSOLA. ZARAGOZA.
La platea del Teatro Argensola hervía de emociones aquella noche caliginosa, quizá la última de un verano que agonizaba y se resistía a morir, hechizada en un crepúsculo de bochorno intempestivo. Zaragoza, una ciudad sin termostato, devastada por vientos del noroeste que arrasaban los baldíos bajo un sol inerte o por vientos desérticos que lijaban los roquedales y los páramos en mediodías abrasadores, jamás daba tregua.Faltaba apenas un mes para la primera ofrenda de flores a la Virgen del Pilar en la Plaza de las Catedrales. Presidía la mesa de honor doña Leonor Sala, viuda de Urzáiz, organizadora del evento en forma de cena de honor cuyos beneficios iban encaminados a la Obra Social de las Escuelas Dominicales. Doscientas personas ocupaban la parte delantera de la platea y disfrutarían en un par de horas de un ágape en el Ambos Mundos tras la presentación del evento.
UBICACIÓN
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