LA TORRE NUEVA

Mi lugar elegido es, sin ninguna alguna, la Torre Nueva. La más famosa de todas las torres mudéjares zaragozanas. Una torre civil encargada por el concejo de Zaragoza para albergar reloj y campanas que fue tristemente derribada en 1892 debido a su inclinación y a la estupidez de nuestros gobernantes. Fue el símbolo de nuestra ciudad durante casi 400 años.

Me encantan todos los dibujos, litografías y fotografías que viajeros y vistantes hicieron durante siglos. Y la echo de menos. A menudo fantaseo con ella. Sueño que subo por sus vertiginosas e inclinadas escaleras hasta el último piso y me asomo. Contemplo mientras atardece la ciudad, el río, los puentes, las nuevas vías de comunicación. Y el Moncayo, al fondo.